Lo que te dices a ti mismo como adulto, va a determinar más tu vida que lo que te dicen los demás.
En la infancia, malos cuidados, negligencias afectivas y cuidadores poco competentes, van a propiciar problemas en la maduración biológica del cerebro del niño y por tanto en su desarrollo mental.
Sin mencionar cuando han ocurrido abusos o situaciones traumáticas.
Las vivencias, experiencias y sobretodo las interpretaciones que haga el cerebro del niño de estas vivencias, marcarán profundamente la personalidad del adulto.
El yo soy así, es mi personalidad, mi carácter, siempre he sido así, tiene un motivo de ser.
Genética, relación con los cuidadores en la infancia y ambiente (escuela, familia, amigos, situación económica, lugar de residencia…), serán los 3 elementos más importantes que ayudarán a madurar y crecer de forma sana.
O por el contrario, limitarán a la persona enormemente para vivir una vida plena.

Discurso interno
El discurso que tenemos con nosotros mismos cuando somos adultos, podrá ser modulado en la edad adulta.
Ser consciente de nuestro discurso interno, nos dirá cual es nuestra narrativa de vida.
Observar nuestras reacciones, si más reactivas o racionales, es decir, basadas en emociones o en valores, también marcará enormemente la personalidad adulta y el rumbo vital.
El cerebro tiende a ahorrar energía
No siempre hemos dispuesto de energía (alimento) a cascoporro que pudiéramos desperdiciar.
Si algo funcionó en el pasado, si algo se repite, es probable que se vuelva a repetir.
A menos que frenemos (seguramente con bastante esfuerzo), el piloto automático seguirá avanzando hasta el fin de los tiempos. Sea positivo o no para nuestro bienestar físico y mental.
Como decía el bueno de Donald Hebb, ‘Neurons that fire together, wire together’.